Esta es una pregunta que ronda mucho mi cabeza últimamente.
Y es que, cuando nos encontramos mal, cuando no estamos sanos por el motivo que sea (y por supuesto no estoy hablando de un catarro o de una gastroenteritis puntual, o una gripe, hablo de una enfermedad crónica, o de encontrarse mal durante un largo tiempo por causas diversas) tendemos a centrarnos en que otras personas nos digan qué tenemos que hacer, y en realidad, nosotros mejor que nadie sabemos lo que necesitamos para sanar.
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Hoy quiero hablar de la externalización. Una costumbre, hábito, o patrón, que tenemos profundamente incorporado en nuestra sociedad y en nuestras vidas, y que nos puede hacer tremendamente infelices si no nos hacemos conscientes de ello.
Creo que todos vamos a estar de acuerdo si digo que una de las cosas más difíciles a la hora de llevar una vida más saludable es cocinar. Sea por falta de tiempo, por falta de ganas, de motivación, de conocimientos, o de todas las cosas a la vez.
No es ninguna novedad que lo que comemos influye en nuestra salud. Tampoco es nuevo que fumar, o no hacer deporte, y llevar una vida sedentaria afecta a nuestra salud. Mucho estrés es malo... pero lo que me parece que no está tan integrado es el enorme poder que nuestros pensamientos tienen en nuestra salud general.
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